El aire hace un largo recorrido desde mi nariz hasta mis pulmones;
aún más largo me parece el viaje de regreso.
Esta vez se necesitó poco para casi estallar;
suerte que todo quedó guardado,
Hoy podría caminar un kilómetro y no sentir la brisa, no ver los carros,
no asombrarme con las flores, no detenerme a observar el ocaso.
Costumbre, sí, me hace falta;
debo aprender a verte desaparecer en lo claro,
a que los minutos se recorran y desaparezcan bajo mi párpado,
a controlar la impaciencia y el desgano,
para que lo que supo a sonrisas
no se convierta en hiel en mis labios.
septiembre 18, 2009
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