Donde habite el olvido: Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.
--LuisCernuda

noviembre 13, 2010

Experimento

Ni Julian ni Tania saben de la existencia de Pedro. No, ¿Quién piensa en terceros cuando se está gozando de placeres carnales? Aquellos dos cuerpos sudorosos no tienen la menor idea de que ese pedazo de cielo que probaron antes de tiempo, les va a traer una indigestión en el corazón que les durará toda la vida. Aquel placer oculto traerá consigo a Pedro, que con un alarido escandaloso lo descubrirá su madre y con un “ese muchacho no es mío” lo negará su padre. Ay, Pedro, tú no sabes lo que te espera. Tú, que ansiarás ver a tu madre, tú, que soñarás con su voz; tú, que la amarás aún y ella te hable poco, aún y no te cuente historias por las noches. Y Tania hara mil intentos por deshacerse de ti, Pedro, y tú la querrás cada día más. Y Pedro no tendrá la menor idea de por qué estos sabores raros vienen a molestarlo, a hacerlo sentir tan extraño, a entrecortartar su respiración y a hacerlo sentir un…poco…somn…somnoliento. Pero Pedro, que es fuerte y valiente, que no se resignará a dejar de vivir tan fácilmente, logrará despertarse al otro día con el llanto de quien le ha alojado en esta bella habitación que solo quiere abandonar para ver el rostro de sin igual benefactora. Afuera preguntarán cosas que Pedro no entiende, que si ya lo botaste, que te tomes otra cosa, pero son jergas que Pedro nunca comprenderá. Y ya habrán pasado muchas semanas y Pedro se preguntará cuando saldrá; no le importa que a veces pase un poco de hambre, que extrañe la voz de su mami por las noches y que ya casi ni se acuerda de su papi, no, ya quiere ver qué son esas cosas de amaneceres, de lluvias, usar sus manitas y juntarlas con las de su mami. Pero Pedro, qué inocente eres, no te imamginas las vicisitudes que te habrá de deparar la vida. Y vas a luchar fuerte, y serás conocido por todos. Y tus manitas se quedaran esperando el toque de tu mami y la sonrisa de tu papi. Y Tania te observara de lejos, con ojos llorosos, viendo la deformada criatura que expulsó su matriz y tú, Pedro, la observarás despedirse a lo lejos, la verás irse con una excusa barata y no comprenderás nada de lo que está sucediendo. No sabrás por qué te miran todas esas personas con cara de susto, por qué se susurran entre ellos cosas sobre tu madre, por qué la llaman de esa forma tan fea. Pero aprenderás a vivir entre extraños, de la caridad del pueblo, vendrán a hacerte gracia unos seres con batas blancas y te tomarán muchas fotos otros con artefactos gigantescos que emiten un breve rayo de luz. Reirás con unas lindas mujeres que se visten de blanco pero pasarás frío, te enfermarás, no tendrás manos que te acaricien y velen por ti y serás un transeúnte sedentario en ese lugar para gente enferma. Y no sabrás por qué un día una linda mujer vestida de blanco dice que es por tu bien, no entiendes qué le está dando a…tu..qué le está dando a tu cuerpo que lo…que lo hace…sentir así, tan bien y extraño, que lo reencuentra con su madre, con su padre y lo lleva al mismo cielo con espuma, colores y arcoiris del que saliste hace tres años. Y así, Pedro, no sabrás que moriste.

Ni Julian ni Tania saben de la existencia de Pedro. No, ¿Quién piensa en terceros cuando se esta gozando de placeres carnales?