Donde habite el olvido: Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.
--LuisCernuda

mayo 05, 2009

Cuento de navidad (II)

La madre llamó a la muchacha a la sala. Ella sabía que le dirían algo parecido a su sentencia de muerte. Talvés la madre no podía entender lo que era amar; talvés la hija no podía entender lo que era pecar, esto no estaba bien. La escuchó parsimoniosamente hablar, sus ojos se iban a reventar, quería llorar. "Vamos a ver si lo amas tanto", le decía la madre, "que arriesgarás tu universidad por él". Claro que no, decía ella en su cabeza, sintiendo amargamente las lágrimas correr por sus mejillas.

Lo peor (O talvés mejor?) era que él estaba tan lejos que su comunicación era o por internet o por teléfono. Después de mirar el cielo fijamente por unos minutos, se incorporó nuevamente a la realidad. No quería llorar pero el sentimiento se había perpetrado a su corazón sin preaviso, tal como un ladrón a un banco. Un mensaje al celular indicando que necesitaban hablar urgentemente fue más que necesario para hacerlo llegar.
Ella se sentó en la pc y empezó a escribir. No podía creer lo que veía en la pantalla. Sí, era el mismo producto de sus dedos, la maquinación de su cabeza pero simplemente, parecía otra persona al escribir. Se rehusaba a dejarlo pero debía...Tenía que hacer esto, es que era lo correcto y ella lo presentía desde hacía tiempo, desde que comenzaron la relación, talvés con más derrotas que victorias, talvés con más tropiezos que levantamientos, talvés con más lágrimas que sonrisas pero ella lo decidió; quiso albergar el sentimiento, quiso que este creciera en su pecho, que contagiara todo su ser, quiso entregarse a los brazos del amor...Talvés a destiempo, talvés haciendo mal...Pero ella lo decidió, lo quiso así, aún a sabiendas de que este día llegaría.

Cada palabra se llevaba un pedazo de su corazón. Cada letra tenía impregnada un poco de sentimiento. Su pecho literalmente le dolía, su corazón palpitaba tan rápidamente que lo sentía a flor de piel. Su llanto impedía que respirara tranquilamente. Mientras le comunicaba on-line lo que había pasado, se detuvo, sentía que las fuerzas ya no le daban. Corrió al baño, sollozó silenciosamente-No deseaba que nadie se enterara de lo que había pasado-buscó papel y se secó las lágrimas que nuevamente brotaban de sus ojos. Ella no quería terminar, no quería. Fue cuando él escribió las mágicas palabras que aparecieron en la pantalla del messenger: "Entonces, yo termino contigo". Indescriptible. Las manos de ella empezaron a temblar como si tuviera una calentura de cuarenta grados. Casi casi se sentía en que rayaba en la inconsciencia, ella no pudo escribir nada más.
Se despidió con las pocas fuerzas de sus dedos, casi ni podía teclear bien. Como si estuviese en un mundo paralelo, se paró de la silla

Ya estaba en la sala, con los ojos llorosos y la mente inundada de lágrimas, lista para fingir un par de sonrisas cuando llamaron. Se oía un tono de preocupación en el cuarto, las voces lejanas de sus padres...Un grito al cielo y un par de sollozos, algo había pasado.

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